Las ‘megatendencias’ que dominan el mercado laboral amenazan con más desigualdad, polarización e incertidumbre
El mercado laboral está cambiando y este proceso va a continuar en los próximos años. La tecnología y las reformas de los marcos que rigen las relaciones laborales podrían desembocar en nuevas oportunidades para algunos trabajadores, pero también en una mayor desigualdad de ingresos, en nuevas formas de trabajo y en incertidumbre, al menos durante el proceso de transición hacia el nuevo statu quode un mercado laboral en el que surgirán nuevos trabajos y desaparecerán otros. A todo ello se le suma el rápido envejecimiento de la población, que puede acentuar el proceso de automatización, por un lado, y generar escasez de trabajadores de perfiles específicos por otro.
«Incluso aquellos que tienen acceso a la formación, las opciones de aprender están estrechamente ligadas a los trabajos de hoy por lo que podrían no estar preparados para la transición hacia un nuevo trabajo y mucho menos para una nueva carrera», asegura Stefano Scarpetta, director de Empleo y Asuntos Sociales de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE).
La OCDE ha publicado un trabajo en el que analiza la mutación que se están produciendo en el mercado laboral y, sobre todo, los cambios que vienen de la mano de la tecnología, la globalización y las reformas en materia de legislación laboral (a menudo muy relacionados con el proceso globalizador). Aunque la forma de trabajar será diferente y las profesiones variarán «es poco probable que los escenarios más pesimistas se materialicen». Se ha hablado mucho de los empleos que se van a destruir por la automatización de los procesos, pero poco de las nuevas profesiones que están surgiendo.
De este modo, lo que sí se va a producir con seguridad es una transformación importante de la forma de trabajar (tanto forma como contenido), no sólo por la tecnología o la globalización, el rápido envejecimiento de la población está cambiando los patrones de consumos hacia una mayor demanda de servicios (sobre todo sanitarios, pero también de otros tipos) en detrimento de bienes duraderos de consumo (como coches). Por otro lado, la masiva salida del mercado laboral de una de las generaciones más grandes (baby boom) puede generar escasez de ciertos perfiles, que a su vez podrían acelerar el proceso de automatización. También resulta inquietante la presión que sufrirán las finanzas públicas para financiar el gasto social y sanitario producto del envejecimiento.
«A muchos les preocupa que el mercado laboral se dirija hacia un futuro distópico de desempleo masivo, trabajo precario, trabajadores con ninguno o poco poder de negociación y grandes diferencias de formación a medida que la población envejece rápidamente… Pero con las políticas e instituciones adecuadas, las oportunidades que brindan la digitalización, la globalización y una esperanza de vida más larga pueden mitigar los riegos», asegura el documento de la OCDE.
A pesar de la ansiedad por la destrucción de empleos provocada por la globalización y el cambio tecnológico, es improbable que se produzca una fuerte disminución del empleo. En general, la cantidad de puestos de trabajo va en alza y si bien algunos pueden desaparecer (el 14% tiene un alto riesgo de automatización), otros surgirán. Aun así, la transición no será fácil.
En el caso de España la situación es algo más preocupante. «Existen más puestos de trabajo con alto riesgo de automatización que la media OCDE con 21,7% de los trabajadores españoles ocupando un puesto de trabajo con alto riesgo de automatización. Entre los países analizados, sólo Grecia, Eslovenia y Eslovaquia presentan un riesgo mayor. Además, otro 30,2% ocupa puestos con riesgo de reestructuración muy elevado».
Polarización del mercado laboral
Por ahora y sin contar con una acción política contundente, «se prevé que las disparidades en el mercado laboral aumentarán, mientras que los ajustes estructurales que se produzcan no se repartirán de forma equitativa». Aunque la tecnología no vaya a destruir empleo de forma agregada, la inestabilidad laboral y las formas de trabajo atípicas (trabajo temporal, a tiempo parcial, contratos con ETT y otras agencias de colocación o trabajadores autónomos económicamente dependientes) amenazan con extenderse «y desembocar en una pérdida de bienestar para los trabajadores si no se implementan políticas que garanticen los derechos adecuados y la protección para esos empleados».
El trabajo es menos estable si se analiza la duración media de cada trabajo… «esta tendencia ha sido particularmente evidente entre los trabajadores con menor formación». Además, el empleo con contratos temporales y a tiempo parcial también ha ganado peso en las últimas décadas. Otro figura que se ha emergido con fuerza en los últimos años es la del falso autónomo y del autónomo económicamente dependiente. Esta última forma de trabajo se produce cuando más del 75% de los ingresos de un trabajador por cuenta propia dependen de un solo cliente.
Todos estos factores junto con la progresiva desaparición de la industria en las economías desarrolladas está lastrando el crecimiento de los salarios. Este estancamiento de los sueldos se ha producido en media de un proceso de polarización del trabajo, donde los empleos que requieren alta y baja cualificación han reemplazado a los que exigen una formación media. Esto ha tenido un efecto relevante sobre la composición salarial. Los sueldos más altos han subido más rápido que los salarios medios y los bajos, mientras que la brecha entre salarios medios y bajos se ha mantenido estable. En el mercado laboral actual sólo avanzan de forma notable los salarios que ya se encontraban en la parte alta.
No obstante, la desaparición de la industria no ha sido el factor más relevante en la polarización del trabajo. «El cambio tecnológico y la globalización han jugado un mayor rol fomentando la polarización. Los trabajos que requieren una cualificación media son más propensos a ser automatizados (tecnología) o externalizados (globalización)», señala el informe. Todo ello ha contribuido a la reducción de la clase media en las economías avanzadas y a impulsar el sentimiento de frustración y descontento entre grandes masas de la población.
Jóvenes y adultos sin formación superior
Este deterioro de las condiciones laborales han afectado sobre todo a los más jóvenes y a los personas que no tienen educación universitaria o superior, que tienen problemas para encontrar un empleo que se acople a sus habilidades y su formación. Esto también sucede de forma concreta en España, donde el trabajo de la OCDE señala que «la experiencia laboral de muchos jóvenes y de los trabajadores adultos sin estudios superiores ha empeorado en la última década».
«No obstante, las mujeres siguen siendo el grupo con mayor riesgo de empleo precario, de bajos salarios y de desocupación; cada vez más jóvenes sin estudios superiores, y cada vez más hombres, también se están viendo afectados». La tasa de jóvenes que no estudian ni trabajan (Nini) en España es de 19,9%. La tercera más alta de la OCDE y 4 puntos porcentuales más alta que en 2007.
Aún los trabajadores jóvenes altamente cualificados se enfrentan a serias dificultades: en 2016 el riesgo de recibir un salario bajo fue del 44%, 20 puntos porcentuales más alta que en 2006.
Stefano Scarpetta cree que será necesario ampliar la formación para los adultos y mejorar la protección social de aquellos que se vean más afectados por esta transición que ya está sucediendo. Los gobiernos deben buscar nuevas fórmulas para recaudar y ampliar las bases imponibles, reducir la evasión fiscal para financiar una agencia de transición para el trabajo que ayude a reenganchar a los que queden descolgados de la transformación digital y la globalización.
Fuente: https://www.eleconomista.es
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